Los prados, comunidades vegetales formadas sólo por plantas herbáceas, empiezan a encontrarse ya en entornos urbanos entendidos como una tipología más de jardín. Nos referimos a los prados floridos donde no sólo es importante la estética sino también el efecto potenciador de la biodiversidad.
Un prado ajardinado, aunque pueda requerir algunos riegos en verano y algunas siegas, tiene un bajo mantenimiento. Aunque pocas, estas siegas es imprescindible que sean en el momento adecuado para respetar el ciclo de las plantas y mantener largos periodos de floración. En su lugar, y en ocasiones particulares, también pueden utilizarse animales de pastoreo a baja densidad. Además, reduciendo las siegas de céspedes ya establecidos y con la ayuda de plantaciones de especies herbáceas, podemos conseguir que éstos evolucionen a prados.
Hablamos de prados y siegas en sentido amplio, pero esta tipología de jardín con plantas herbáceas (ya sean anuales, perennes o vivaces) puede aplicarse también en espacios más pequeños como parterres, rotondas, etc. También para esponjar plantaciones de arbustivas y darles el espacio para crecer, manteniendo al mismo tiempo la cobertura verde deseada.
Potenciando la diversidad vegetal y las floraciones potenciamos a la vez la diversidad animal, que nos lleva a un sistema que se autorregula en lo referente a la lucha contra plagas y enfermedades. Esto permite la eliminación de pesticidas y contribuye al bajo mantenimiento de este espacio, sumado también a una baja necesidad de siegas y de riegos, cosa que los hace especialmente atractivos en grandes extensiones de parques urbanos y periurbanos. A la vez, representan una oportunidad única para las ciudades de sensibilizar a la población hacia los beneficios de la biodiversidad y la necesidad de preservarla y potenciarla.
Pueden encontrar información sobre especies adecuadas para prados y agrupaciones de herbáceas en nuestra GUÍA DE PLANTAS.
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