Jardinería y escasez de agua
Miquel Barceló (Biòlogo) y Joan Parera (Ingeniero Técnico Agrícola), Bioriza, S.L. - info@carex.cat / Article publicat a la revista Horticultura, setembre 2005.


La pluviometría, en general baja e irregular en la actualidad, combinada frecuentemente con temperaturas elevadas, así como la necesidad y la pronta obligatoriedad de regular la utilización del agua en muchos de nuestros municipios, nos obliga a adecuar nuestros conceptos tradicionales en cuanto a los usos y mantenimiento de las plantas y a tomar una serie de medidas de actuación con el fin de optimizar el éxito y la eficiencia en nuestras implicaciones en restauraciones ambientales y en jardinería en sentido amplio.

 

Considerar la utilización de plantas adaptadas a la escasez de agua, llevando a cabo con ellas un uso y mantenimiento correctos, es una de las bases de planteamiento necesarias si queremos tender a desarrollar y mantener espacios naturales y espacios verdes en general, diversos y sostenibles.

En nuestra práctica habitual nos hallamos frecuentemente con dificultades para mantener plantas en principio adaptadas a la escasez de agua en nuestros jardines, lo cual nos plantea una paradoja. Ello se debe en general a la aplicación de una serie de conceptos confusos. Nuestra jardinería se ha basado mayoritariamente en la utilización de plantas que provienen de zonas bioclimáticas no sometidas a un déficit hídrico durante la época calurosa, por lo que en general no ha sido necesario adecuar el aporte hídrico en los jardines a las necesidades reales de las plantas, simplemente efectuando riegos periódicos o regulares que aseguren que no se producirá estrés hídrico durante el verano. Ahora bien, esta práctica usual presenta dos inconvenientes: por un lado se convierte en un problema cuando aparecen las restricciones de disponibilidad de agua para nuestros jardines, y por otro lado o bien no se pueden incorporar en estos jardines especies que solicitan menos aportes hídricos o bien se produce una tendencia a llevar a cabo estas prácticas aun cuando nuestro jardín esté formado por plantas que no precisen o no toleren excesos de humedad edáfica.

 

Debemos hacer una distinción clara entre lo que son nuestros compromisos en el ámbito de la jardinería y el de la restauración ambiental, en cuanto a las posibilidades de especies de plantas a utilizar. En las actuaciones de restauración del paisaje en áreas naturales degradadas es importante trabajar estrictamente con especies vegetales autóctonas de la zona, tanto por cuestiones ecológicas y ambientales como por cuestiones de efectividad en la implantación de la vegetación. En cuanto a la jardinería, con el fin de adaptarnos y actuar consecuentemente con nuestra realidad desde un punto de vista climático-ambiental, es necesario tender a desarrollar lo que genéricamente denominamos jardinería mediterránea.

 

Técnicamente, la jardinería mediterránea es la jardinería practicada en cualquier región sometida a un clima de tipo mediterráneo. La mayor parte de la Península Ibérica y las islas Baleares se encuentran en el dominio del clima mediterráneo, caracterizado de una forma muy general por inviernos suaves y secos, veranos secos y calurosos y lluvias distribuidas entre primavera y otoño.

 

La aplicación de la jardinería mediterránea en nuestro territorio comporta habitualmente una serie de connotaciones como son un mantenimiento más reducido y una mayor sostenibilidad que la jardinería de gran consumo implantada generalmente.

 

Con esta visión se pueden obtener jardines de bajo mantenimiento en espacios optimizados al máximo. Los resultados de estas prácticas pueden ser jardines exuberantes y de bajo consumo. No necesariamente los jardines que tienen poca disponibilidad de agua deben ser elaborados con plantas crasas y cactus en general, o bien restringirse al uso de una serie limitada de plantas aromáticas. Ahora bien, para desarrollar un jardín rico en especies, texturas y floraciones con una limitación en el uso del agua se han de seguir una serie de pautas, como una previa planificación y diseño del jardín (selección de especies vegetales, zonación de éstas, condiciones climáticas y microclimáticas, condiciones edáficas y topográficas de la zona) y, como hemos señalado, un posterior mantenimiento adecuado.

 

Las especies adaptadas a la escasez de agua no deben ser tratadas con los recursos habituales de la jardinería mayoritaria en estos momentos. Los riegos, las podas, los abonados, deben entenderse de otro modo para que se puedan aplicar correctamente.

Así, al desarrollar un jardín adaptado a la escasez de agua, observamos que la paradoja de que este tipo de plantas es a veces difícil de mantener en los jardines está mal planteada, ya que deberíamos referirnos más bien a que las plantas mediterráneas a veces son difíciles de mantener en condiciones de jardines adaptadas a plantas nórdicas, subtropicales, etc (y viceversa).

 

Generalmente las prácticas más habituales en jardinería que conllevan problemas a las plantas adaptadas a la escasez de agua son: las podas estivales, los riegos y abonados demasiado frecuentes en verano y la no zonación de las plantas según sus necesidades hídricas.

 

Se trata de dejar que las plantas desarrollen sus propias estrategias funcionales. Las plantas mediterráneas suelen presentar una parada vegetativa estival muy acusada. El exceso de agua circundante a las raíces de forma permanente durante esta época es perjudicial. Un riego continuado, un mal drenaje, una poda de verano (que reduce todavía más la utilización y transpiración de agua por la planta), o una plantación efectuada en verano con sus consiguientes riegos para mantenerla y que en realidad le produce una asfixia (la planta no dispone de suficiente sistema radical ni mantiene suficientes tasas de crecimiento en verano como para absorber toda el agua que se le administra), son tareas cotidianas que no se adecuan a la biodinámica de la mayoría de las plantas adaptadas a la escasez de agua que podemos utilizar en los jardines en el área mediterránea.

 

La jardinería efectuada en zonas con restricciones de agua podría basarse en especies autóctonas, adaptadas a la climatología y condiciones edáficas de una zona concreta y con reducidos requerimientos hídricos y nutricionales. Las plantas autóctonas llevan en su región el tiempo suficiente como para haber coevolucionado con los animales y tejer ecosistemas equilibrados. Atraen a insectos que se alimentan de ellas y a sus depredadores, evitando el peligro de plaga o invasión. Incluso si se utilizan mayoritariamente especies alóctonas es conveniente intercalar plantas autóctonas. Con el establecimiento de éstas se contribuye a la preservación de la genética propia de la vegetación natural del entorno.

 

No podemos caer en el tópico de que todas las plantas autóctonas son susceptibles de ser utilizadas en nuestros jardines. Ahora bien, existe un enorme abanico de especies autóctonas en nuestro paisaje que pueden cubrir la mayoría de requerimientos de los jardines en formas, texturas, portes, épocas y colores de floración, así como desarrollar unos crecimientos y establecimiento adecuados a las condiciones particulares de los jardines. La posible combinación de estas especies con plantas de otras regiones del mundo con clima de tipo mediterráneo permite crear jardines extremadamente ricos.

 

Aparte del entorno del mar Mediterráneo, existen en el mundo otras cuatro zonas que tienen igualmente un clima y una vegetación natural del tipo mediterráneo.
Todas estas zonas se hallan entre los 30º y 40º de latitud. En el hemisferio norte están la región mediterránea y una parte de California en los EE.UU. En el hemisferio sur están la región del Cabo en Sudáfrica, la zona central de Chile y el suroeste de Australia.

 

Por tanto, es de esperar, y de hecho es así, que muchas plantas nativas de algunas de estas zonas se pueden cultivar con éxito en las otras, ya que de una forma general, sin considerar otros factores condicionantes, el clima lo permite.

 

La vegetación de estas zonas muchas veces presenta características similares, debido en ciertos casos a una evolución convergente. Algunas de las características morfológicas más comunes son la dominancia de especies perennifolias, hojas reducidas, con frecuencia lineares o aciculares, muchas veces coriáceas, presencia de aceites aromáticos, etc. En general son plantas resistentes a las condiciones adversas, que soportan la escasez de agua y el calor intenso de verano. No se han de excluir totalmente otras especies procedentes de zonas subtropicales, las cuales soportan a veces la climatología mediterránea (muchas veces porque se hallan en microclimas determinados), y que pueden combinarse con otras en los jardines en donde la aportación de agua sea un factor limitante.

A continuación relacionamos un listado de algunas de las especies de plantas seleccionadas en nuestras experiencias, las cuales muestran ser aptas para ser utilizadas en nuestros jardines, procedentes de la zona del Mediterráneo y de otras zonas con clima de tipo mediterráneo.

 

Los criterios de selección de estas nuevas especies son su adaptabilidad a nuestra climatología, su tolerancia a la escasez de agua en verano, su facilidad de implantación en condiciones de jardinería, su valor ornamental y la ausencia de potencial invasor hacia ambientes naturales de nuestro paisaje.

 

Debemos considerar que no disponemos en nuestro país de una regulación ni estatal ni a nivel autonómico sobre la problemática de especies invasoras. Ni siquiera disponemos de un listado de referencia. Pensamos que por el momento, de forma práctica, tanto proyectistas como productores, empresas de jardinería y otros profesionales del sector debemos optar por un “principio de precaución”, con el fin de evitar cualquier invasión de especies no deseables en nuestros ambientes naturales.

 

Por este motivo, en los trabajos de investigación que llevamos a cabo para seleccionar especies de interés en nuestros jardines, descartamos familias enteras de plantas no autóctonas del Mediterráneo, las cuales potencialmente pueden ser muy invasoras o tienen una gran capacidad de hibridación con especies autóctonas, como son las gramíneas (con las cuales nos restringimos únicamente a las especies autóctonas de nuestro territorio).

 

Con todas estas especies, sean especies silvestres, híbridos entre plantas salvajes o ecotipos naturales seleccionados por su buena respuesta a las condiciones de jardinería, conociendo las características técnicas necesarias para su adecuada implantación y correcto mantenimiento, pueden elaborarse jardines de gran belleza, sostenibles y en consonancia con una de las preocupaciones actuales en nuestra sociedad, la escasez de agua.


Anagallis monelli ssp. linifolia
Achillea nobilis
Agastache rupestris
Anthyllis barba-jovis
Anthyllis cytisoides
Artemisia pedemontana
Ballota pseudodictamnus
Carex flaca
Catananche caerulea
Coronilla varia
Elsholtzia stautonii
Ephedra nebrodensis
Erica scoparia
Erica multiflora
Erigeron karvinskianus
Genista cinerea ssp. valentina
Genista florida
Genista linifolia
Genista monspessulana
Genista umbellata
Halimium atriplicifolium
Helianthemum nummularium
Helichrysum italicum
Hyparrhenia hirta
Iris pallida
Iris spuria ssp. maritima
Jasminum fruticans
Kniphofia uvaria
Kniphofia caulescens
Koeleria glauca
Limoniastrum monopetalum
Linum narbonense
Matricaria tchihatchewii
Perovskia atriplicifolia
Phlomis herba-venti
Phlomis italica
Phlomis lycia
Phlomis x "Marina"
Phlomis purpurea
Phlomis viscosa
Retama sphaerocarpa
Rosmarinus officinalis "Capdepera"
Rosmarinus officinalis "Manacor"
Rosmarinus officinalis "Mortitx"
Saccharum ravennae
Salvia africana-caerulea
Salvia africana-lutea
Salvia chamaedryoides
Salvia fruticosa
Salvia gregii
Salvia microphylla var. neurepia
Salvia namaensis
Sedum acre
Sedum album
Sedum rupestre ssp. elegans
Sedum rupestre ssp. reflexum
Sedum sediforme
Sesleria caerulea
Sisyrinchium bellum
Stachys bizantina
Stipa capillata
Stipa gigantea
Tetraclinis articulata
Thymus hirsutus
Thymus vulgaris "Berguedà"
Verbena bonariensis
Verbena rigida
Verbena tenuisecta

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